“No hay, no hay…. Queremos rock”

Héctor Suárez (1938-2020)

Bajo la filosofía “morir de pie que de rodillas”, vetado, censurado, calumniado.

Nació en 1938, cerca del Zócalo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en una clínica de la calle Argentina, donde vio la luz por primera vez.

Su niñez y juventud la vivió en la calle Obrera, en las calles Católica y Buturinni; decía, “soy ñero venido a más”.

Fue educado por su abuela porque las circunstancias, espacio y tiempo así lo determinaron. Hermano de Sergio Suárez y medio hermano de Alejandro Suárez.

Estudió en el Centro Escolar Revolución, a su paso entraba a la iglesia de San Juan de Letrán y cuenta que le decían que Cristo era Dios, y él descubrió que era el maestro Jesús, su imagen en la cruz le dolía, ahí descubrió que la fe le daba fuerza y que podía materializar lo que quisiera.

Con su padrastro el doctor Gustavo Murillo aprendió el oficio de la botica, y agradeció el trato dado a su madre. “De mi madre recuerdo su olor, sus abrazos, pero lloraba”.

Contó ser la consecuencia de la abuela, una mujer inteligente, soldadera de la Revolución. Doña Josefina Guijarro, mujer de carácter fuerte, malhablada, pero las groserías se le escuchaban muy bien. Relata Héctor que un día habló mal de un amiguito, y ella le hizo lanzar una pelota de tenis, “que ves que regresa”, recordó, “todo lo que se dice o hace se regresa”.

Hablar de su padre se hacía en secreto, él supo de su padre mientras leía a Popeye y en la radio anunciaron la lista de supervivientes del Escuadrón 201, durante la Segunda Guerra Mundial, y el lloró.

Lo conoció cuando tenía once años, llegó a casa de la abuela vestido de militar: el capitán Suárez.

Héctor siempre tuvo problemas con la autoridad, y relató cómo dos policías quisieron abusar de su madre por inculparla de un robo; cuenta que una vez quiso darle un beso a su padre y él le dijo: “no somos maricones”.

De ahí conoce a su hermano Alejandro, y lo incursiona en “Chucherías”, con Chucho Salinas, Héctor Lechuga, el Loco Valdez, Alfonso Zayas y Leonorilda Ochoa, pero con el paso del tiempo vivió los conflictos y la separación, por el ego y la envidia.

Inició estudiando Arquitectura en la EDIAN Vocacional de Ingeniería y Arquitectura en el IPN con veinte años.

Cuando su hermano Sergio enfermó, cuenta que la novia de su hermano llegó a llevarle frutas, y mientras esperaba que despertara el paciente, ella sacó un libreto y empezó a leer, y Héctor le preguntó, “¿qué haces?”, y ella respondió: “memorizando mi libreto, estudio para ser actriz, ayúdame a estudiar, dame pie del libreto”, ante lo que Héctor la ayudó y ella respondió más tarde: “lo haces mejor que mi compañero, deberías estudiar actuación”, “estás loca”, le replicó, y dos meses le insistió para que tomara clase con Carlos Ancira, luego de un tiempo aceptó, y en noviembre de 1958 inició sus estudios de actuación.

Estando de oyente algo llamó su atención y levantó la mano, ante la vista atónita del maestro Ancira solicitó subir al escenario, tomó la clase e hizo los ejercicios, “sentí que me habían cambiado la sangre, sudé, me emocioné, me tomé un café con Caros Ancira e inicié en la actuación”, explicó.  

Al final fueron sesenta y dos años de carrera, dejó la arquitectura y entregó su vida al escenario y al público.

Sus grandes adicciones fueron estudiar, trabajar, prepararse, la cámara, el escenario, así como más tarde el alcohol y la droga. La carencia y la soledad lo llevaron a cosas efímeras para darse valor. Fueron veinticinco años de alcoholismo, para 1978 entró a Alcohólicos Anónimos.

En su libro “Días sin Huella”, menciona sus delirios auditivos, como escuchar mariachis, así como calambres en las manos, voces en el camerino de “ya vienen por ti”, sin embargo, señala que “nunca subí alcoholizado al escenario, pero después al cerrar el telón, mi frase era ahora sí, el placer del deber cumplido y salud. Un infierno, todo lo que toca un alcohólico lo vuelve una porquería y estiércol”.

Pepita Gomís, con quien procreó a Héctor Suarez Gomís y Julieta Suárez, le ayudo a entrar a AA, mujer que aunque después se separaron, le siguió admirando y guardando respeto, una gran alanona (esposa del alcohólico) y alatines (hijos del alcohólico), que fueron de gran apoyo y también fueron a terapia y a reuniones en AA.

Confesó no dejar el alcohol al cien, “me gusta tomarme una copita o dos, sin emborracharme en la comida”.

El histrión dejó un legado de emblemáticos personajes como lo son “El no hay”, “El Picudo”, “Doña Zoila”, “El Flanagan”, “El Lic. Buitrón”, “El ta´ difícil”, “El Destroyer”, entre muchos otros de crítica social.

Con personajes emblemáticos como Tránsito, al que interpretó en “El mil usos” (1981), El No Hay y Doña Soyla, en el programa semanal “¿Qué nos pasa?”, así como El negro Tomás, en “Puro loco”,  Héctor Suárez dio muestra de la experiencia que adquirió en teatro, cine y  televisión, medios de expresión en los que tuvo presencia, a veces de manera simultánea, además de las exitosas temporadas de cabaret que realizó en los más importantes centros nocturnos.

Sus inicios se dieron en la década de 1960, cuando se abría paso en producciones televisivas como “Un hijo cayó del cielo” y “Chucherías”, al lado de actores como Ángel Garasa, Héctor Lechuga, Leonorilda Ochoa y Alejandro Suárez.

A lo largo de la década de los sesenta, Héctor Suárez también tuvo participaciones importantes en el cine con títulos como “La maldición de oro”, dirigida por Jaime Salvador, en 1965; “Lanza tus penas al viento”, bajo la dirección de Julián Soler, en 1966, en la que dio vida al personaje de Alejandro y para 1969 protagonizó la cinta “No se mande, profe”, al lado de Enrique Guzmán, Hilda Aguirre y Sara García.

Interpretó los personajes de Pantaleón Requejo en “Ambición Sangrienta”, de 1968; de Sargento Margarito en “La marcha de Zacatecas”, e hizo de Marcelino, en “El Ángel”, ambas de 1969, así como personificó a Armodio Horcasitas en “Para servir a usted” de 1971, éstos fueron algunos de los personajes y títulos cinematográficos con los que Suárez finalizó su primera década de trayectoria y con los que inició los años setenta, década que le ofreció protagónicos destacados como los que realizó en “Diamantes, oro y amor” y “De qué color es el viento”, ambas estrenadas en 1973.

Para 1972 llegó a la vida de Héctor Suárez la cinta Mecánica Nacional, dirigida por Luis Alcoriza. En ella, el actor dio vida a Gregorio o Goyo, y actuó al lado de Manolo Fábregas, Lucha Villa, Sara García, Alma Muriel, entre otros artistas destacados.

Fue con “México, México, ra ra ra”, dirigida por Gustavo Alatriste, en 1976, que Suárez desarrolló diversos personajes y compartió sets de filmación con Patricia Reyes Spíndola, Leticia Perdigón y Ernesto Gómez Cruz; a aquella participación le siguió el papel de Pancho, en “El Buscabullas”, ambas en el mismo año, luego destacó en “¡Oye Salomé!”, y con el personaje de El Mobil Oil en el filme “Picardía Mexicana”, protagonizado por el cantante mexicano Vicente Fernández, ambas producidas en 1978.

Aunque su trayectoria en los años sesenta y setenta fue consistente, para los ochenta Héctor Suárez se consolidó gracias a personajes como El mil usos y al ingenio y originalidad que imprimió en la serie de televisión “¿Qué nos pasa?”, pero antes de aquellos proyectos que le dieron fama y lo catapultaron como una de las más grandes figuras de la comedia en México, el actor dio muestra de su rango interpretativo en las producciones cinematográficas “Como México no hay dos” y “Lagunilla, mi barrio”, de 1981, así como “Valentín Lazaña” y “Lagunilla 2”, de 1982.

Aquella década se convirtió en la etapa del cine en la que se recreaba, en buena parte de sus producciones, la problemática social de las clases marginadas; posteriormente llegaron a la carrera de Suárez títulos como “El rey de la vecindad”, de 1985.

Para 2017 la censura y las amenazas se hicieron presentes con la crítica y video “Me escucha bien señor presidente”.

El 3 de mayo de 2020, en medio del confinamiento por la pandemia de Covid 19, Héctor Suárez decidió debutar en la plataforma TikTok con un personaje al que llamó Don Sebas; con tan solo nueve publicaciones, el actor consiguió más de 140 mil seguidores y más de 254 mil “me gusta”.

En sus producciones destacó por un humor parecido al que utilizó en su programa “¿Qué nos pasa?”, en tanto que contaba chistes en doble sentido y propiciaba situaciones en “estado de ebriedad”.

Finalmente, en los últimos años, Héctor Suárez se embarcó en protagonizar las piezas teatrales “La señora de su casa”, “Los locos Suárez” y “La Señora Presidenta”, sin embargo, los problemas de salud, a raíz del cáncer de vejiga que le fue detectado el 4 de septiembre de 2015, comenzaron a cobrarle factura, conmocionando a los medios de comunicación con su muerte el 2 de junio de 2019. Tenía 81 años.  

Tras su muerte, en un comunicado emitido por su viuda Zara Calderón y sus hijos Héctor Suárez Gomís, Julieta Suárez Gomís, Rodrigo Suárez Calderón e Isabella Suárez Calderón, se indicó que en unos días más conversarían con los medios, luego de procesar el duelo.

“Para nosotros se va el papá, el abuelo, el hermano, el esposo y no la figura pública que merece todo el reconocimiento de la familia artística y los medios de comunicación”, aseguraron.

Luego de darse a conocer la noticia de la muerte del primer actor, varios artistas y figuras públicas han expresado sus condolencias a la familia.

Deja una respuesta