El mexicano como hombre universal.

Tomando como base nuestra circunstancia de vida en esta era del tiempo, vemos que la tierra entera está llena de muerte e injusticia.

 

Las personas están confundidas, desoladas y sin esperanza, síntomas de actualidad que las enferma y deprime. Su vida es un cúmulo de ausencias que desintegran su alma con la interrogante: ¿Para qué vivimos?.

Su deseo de sentirse seguras les impele a procurarse mucho más de lo que estrictamente exigen sus necesidades. Existe desproporcionada la práctica entre lo que quieren hacer y lo que pueden hacer, dejando  su espíritu adormecido y viviendo en una constante manifestación de queja.

Este sentimiento, es el efecto de la inadaptación de sus verdaderos recursos a los fines que se proponen realizar.

En todas las clases sociales hoy en día, se observan rasgos de desconfianza, agresividad y susceptibilidad.

Leonardo da Vinci lleno de una profunda sabiduría, dijo: “Quiere lo que puedes y puede lo que quieres”. Desear más de lo que se puede adquirir, es vanidad.

El hombre no debe perder la noción entre lo posible y lo imposible, “Nadie podrá añadir a su estatura un condo”. Más, si marcha a través de la vida obsesionado por la idea de superioridad para dominar a los demás, su alma siempre estará inquieta y a la defensiva, temeroso de que su mentira sea descubierta.

“México es un país joven” según Samuel Ramos en su libro: “El perfil del hombre y la cultura en México”, quien además considera que nuestros errores son errores de juventud que la madurez corregirá, que nuestra psicología es la de una raza en la edad de la fantasía y la ilusión, que sufre por ello fracasos hasta que logre un sentido positivo de la realidad. El creía en la salvación de México porque consideraba que a nuestra raza no le falta inteligencia ni vitalidad, sino lo único que le falta, es aprender. Hasta ahora, los mexicanos han aprendido a morir pero es necesario, que aprendan a vivir la sabiduría de la vida.

A menudo se exaltan falsos valores auténticos, otras veces se imita ciegamente lo extranjero o, por el contrario, se rechazan los valores extranjeros que le hacen falta a México, alegando una sana intención nacionalista, aún cuando ésta sólo recubre la inquietud, cayendo en una imitación ilógica. Salta a la vista a través de los hechos diarios que en el hombre, existe una voluntad para hundirse en la barbarie del salvajismo.

Hemos aprendido del individualismo español que afirma al hombre de pasión que es rebelde a todo encadenamiento. La conquista de América no fue obra de España como nación, sino una hazaña de aventureros individuales en extremo sin dejar de ser español. La política, el arte, la literatura o las ideas son determinadas por acciones de personalidades aisladas. “Cada español parece un átomo rebelde cuyo movimiento tiende a separarlo en un centro natural de gravitación”. Cuando la revolución de independencia enarbolaba la bandera contra España al grito de, “mueran los gachupines” se manifestaba una reacción que tiene la misma actitud de negación en el que se revelaba la psicología hispánica emansipándose de España a la española.

En cuanto a la raza de bronce, se dejó conquistar porque ya en su espíritu, estaba dispuesto a la pasividad. Desde antes de la conquista ya eran reacios al cambio y a toda renovación, apegados a sus tradiciones, eran rutinarios y conservadores quedando estampada la voluntad de lo inmutable hasta nuestros días. Hoy todavía el arte popular indígena es la reproducción invariable de un mismo modelo que se transmite de generación en generación.

El nativo actual generalmente no es un artista sino un artesano que fabrica algo mediante una habilidad aprendida por tradición. La expresión del arte es la expresión de la muerte, como si la dureza de la piedra hubiera vencido la fluidez de la vida.

El barón de Humboldt testigo de la vida en México antes de la Independencia creo el mito de que México es el país más rico del mundo, que en vez de aprovecharse como principio de acción práctica, se usa para halagar la vanidad patriótica y ocultar la miseria real.

Otra actitud es la de los mexicanos libres que pretenden implantar un sistema político con todas las perfecciones modernas, sin tomar en cuenta las posibilidades efectivas del medio ambiente y de la psicología del mexicano. Los fracasos no se deben a una interna deficiencia de la raza, sino a la excesiva ambición de las minorías dirigentes que, obcecadas pasan por alto los verdaderos problemas del pueblo con una masa miserable e inculta, pasiva e indiferente, acostumbrada a la mala vida y la minoría que es educada y culta tiene un elevado individualismo exagerado por el sentimiento de inferioridad, rebelde a todo orden y disciplina.

Así que el problema político es secundario. El mexicano es idealista porque el idealismo exalta la idea que tiene de su personalidad, se afirma como individuo y cuando la realidad se opone de modo invencible deriva su esfuerzo hacia el plano de la ficción. Así, ilusoriamente queda satisfecho.

El hombre que se adueña de la situación en el S. XVIII es el mestizo en la que su pasión favorita es la política con una norma de imitación irreflexiva. El país que admira la sociedad mexicana es Francia, siendo el grupo más inteligente  que usa la ideología francesa para destruir las viejas instituciones.

Las ideas francesas en México provienen de una doble latinización, La Iglesia Católica y la Legislación Romana donde la ley adquiere el prestigio de un fetiche intocable, pero como la movilidad de la vida no se deja apresar, rompe a cada momento la legalidad. André Siegfried  dice _ como en esos países en donde la constitución se viola todos los días. Eminentes juristas discuten la significación de los textos de los cuales los políticos se burlan. La ley no tiene majestad sino en las palabras.

Así que, ¿Qué dosis de verdad puede soportar el hombre?

Pues la verdad en estos casos es más saludable que vivir en el engaño.

El sentimiento de inferioridad se agravó en la conquista y el mestizaje, en el que el mexicano no es inferior sino que se siente inferior actitud que sigue vigente hasta este siglo. Motivo de eterna inmadurez.

Aún en este escarvadero en el que pretendemos encontrar el meollo de un sin fin de respuestas, no vemos la salida.

Y la realidad no está en lo superficial de la mente sino en lo profundo del espíritu del hombre, los españoles, franceses o norteamericanos tienen su propia imperfección y esto se debe a un caos universal que existió desde la caída del hombre, quien trajo consigo la corrupción, esclavitud y muerte a toda la creación.Todo este proceso de degradación existe en toda la tierra y se hace global desde  hace  más de 8000 años.

Hoy en día, la unidad de transformaciones sociales, económicas y políticas pliegan la liberación y democratización de la cultura política, del ordenamiento jurídico, económico nacional  y de las relaciones internacionales buscando resarcir la afectación universal que por herencia se basa en sistemas humanísticos más que espirituales porque desconocen esta verdad.

La realidad espiritual es lo único que es verdadero, la verdad libera la obsesión y el mundo entero esta viviendo su propio error y su propia muerte.

Sólo hay un único sanador que restaura por completo, quien corrige, refina y purifica al hombre, Cristo es el deseado de las naciones. Él es amor, humildad, mansedumbre y gozo que se convierte en fortaleza, sanidad, comida y nutrimento.

El pecado, la muerte, las imperfecciones mismas del hombre  lo han enfermado hasta esclavizarlo porque en sí, toda la creación fue sujetada a vanidad, toda ella gime con dolores de parto y todas las cosas se encuentran en un proceso de degradación bajo la esclavitud de la corrupción. Sólo el Sol es quien da la Vida y la palabra de Justicia es equidad y traerán sanidad a las naciones como poder renovador. Sólo Cristo podrá sorber la corrupción. Éste es un tiempo de desolación que el hombre por sí mismo no puede resolver, porque no sabe que los cielos fueron creados para la tierra, la tierra para el hombre y el hombre para Dios y si cambia este principio por cuenta propia, personalmente vive vacío. De lo contrario, si reconoce este mandato como realidad, entonces cada mañana vivirá un nuevo amanecer porque aspira a ser avivado. Éste es un asunto de obediencia más que de fe. Dios da después la fe.

Todos en la tierra aspiran a un nuevo comienzo. Creyentes y no creyentes, Cristo es el factor que renueva el universo y a toda la humanidad. Cada día deberá el hombre tener un nuevo comienzo confesando pecados, fracasos y oscuridad para no hacerse viejo y lograr la madurez. Esto es un asunto espiritual en el que el hombre logra una posición legítima, sin ésto, su entorno será de tinieblas e injusticia.

El hombre psicológicamente es un niño viejo: Inmaduro y necio al que le falta despertar su espíritu.

 

 

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