
Revista Elite. Periodismo Comprometido.
Corrían mis años de vida universitaria cuando un profesor nos dejó la tarea de leer esta obra del inigualable Carlos Fuentes. Como amante de los libros y parte de las personas que no toleran la lectura en páginas de internet o descargas de PDF, corrí a mi biblioteca más cercana para adquirir este ejemplar.
Una vez hecho, regresé a mi casa con el libro entre las manos; no conozco mucho de literatura mexicana, un buen pecado, lo sé, pero mi gusto se enfoca a otro tipo de género, de época y de escritores. Bien pues, la portada rosa con enormes letras blancas yacía frente a mí. Abrí la primera página con el objetivo de sumergirme en el contexto histórico que plantea Carlos Fuentes, la Revolución estallada en 1910, cuando Porfirio Díaz se ve obligado a dejar el país en mayo de 1911, muriendo en París en 1915. Además, esperaba una buena calificación en el trabajo que, en base a la lectura tendría que entregar.
“El viejo gringo vino a México a morirse”. Y ese gringo viejo, es la figura inspirada en el escritor Ambrose Bierce, que cruzó la frontera en 1913 para sumergirse en los peligros de un país en conflicto. Esta ficción nos va mostrando lo que pudo haber sido de él y de otras personas, como el militar General Arroyo, el Coronel Frutos García o Harriet, con quien comparte más que la nacionalidad.
Carlos Fuentes le imprime esa textura mexicana en cada página de su obra, cada diálogo desgrana las causas del movimiento revolucionario, además de las imágenes simbólicas que su autor maneja. Cada personaje se encuentra dentro de su propia visión interna.
Así pues, el gringo se enfrenta a la doble cuestión de pertenecer a una nacionalidad mientras contempla el sentir de otra tan distinta a la suya. Dicho relato se centra en obsesiones que se repiten varias veces, aunado a un conflicto religioso en las imágenes católicas. De la misma manera, Fuentes delimita las fronteras intangibles y tangibles, propias de México, las religiosas y la evolución de la revuelta captada desde el pensar y sentir de esos campesinos tan resentidos y dañados. La figura del llamado “gringo viejo” no es más que un pretexto para construir un contexto histórico complejo visto desde diferentes perspectivas.
Tiempo después de terminar el libro, entregar mi tarea y casi salir de la Universidad, me enteré de la adaptación al cine de esta obra, película de Luis Puenzo, y protagonizada por Jane Fonda y Gregory Peck.
No cabe duda que Carlos Fuentes es un gran narrador. Su obra permanecerá en mi pequeña colección. En cuanto a mi trabajo, me parece haber obtenido una buena nota… Al menos una aceptable.