Este cigarrillo me lo regalaron en Cuba. Lo guardé y un día decidí fumarlo y al observarlo vi que tenía impresa una marca. Wow! “Voy a tomarle una foto” -pensé.
La idea era conocer la insigne marca y conservar el recuerdo. Cuando ya lista la cámara y me acerqué… No encontré la marca… No tenía. ¿Habia sido una ilusión?
No. Yo había visto la marca en un pequeño óvalo ilegible que mis dedos húmedos habían dejado en el delicado papel. Me había lavado las manos poco antes.
Así quedan marcas en nuestro corazón. Nadie las ve, nosotros tampoco. A veces son daños y a veces beneficios.
El tabaco fuerte sabe mejor con una ligera humedad.
Así es la vida. Hay huellas invisibles en nuestro corazón.
Disfruté el cigarrillo al recuerdo de la Habana.
Ulises Franco°
ADN° en acción.