>Tu única opción, votar por Candidatos No Registrados
Lo cierto es que todos, sin importar colores, han dado sobradas muestras de que el bienestar de la gente no les interesa y de que lo que realmente les importa es mantener y ampliar las canonjías que les ha dado construir y mantener un sistema político y legal que sólo beneficia a sus camarillas.
Sí, a sus camarillas, porque a lo que pretenden llamarle partidos –los de verdad, los que en otros países sí trabajan por el bien común y que son necesarios para fortalecer la democracia-, en realidad en México no lo son.
Son innumerables los casos de corrupción e impunidad que se han registrado a lo largo de más de 70 años, cuyos principales protagonistas han sido funcionarios de gobierno emanados de los distintos partidos políticos. Muchos de ellos han amasado enormes fortunas a costa de nuestro esfuerzo como contribuyentes, han evitado la cárcel gracias a que la clase política y las leyes a modo los protegen, han desviado recursos originalmente destinados a obras y servicios para mejorar nuestra calidad de vida, y han tomado decisiones en nuestro nombre que lejos de beneficiarnos nos perjudican. Todos estos abusos han sido ampliamente documentados y difundidos por medios de comunicación independientes y, en ocasiones, por los propios partidos cuando no llegan a acuerdos en el reparto de los privilegios que el propio sistema les ofrece. ¿Tendrá sentido seguir votando por quienes nos han hecho tanto daño y nos han arrebatado parte de nuestro patrimonio y nuestro bienestar? ¿Por qué debemos creer a los candidatos en campaña que dicen que ahora sí van a solucionar los problemas cuando sus partidos y ellos mismos en los cargos que han ocupado anteriormente no han cumplido con su responsabilidad de trabajar por el bien común?
En comparación con los insultantes excesos de la clase política, ¿cuánto ha mejorado el salario de la mayoría de los trabajadores del país, del estado y de la ciudad? ¿Qué tanto se han resuelto las necesidades más apremiantes del grueso de la población en materia de servicios públicos, más allá de la infraestructura que se construye en las zonas urbanas para favorecer a las clases medias y altas? Sólo hay que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de que las zonas de la periferia de las ciudades, y no se diga las áreas rurales del estado, continúan en el más completo abandono.
Es justamente todo este historial de excesos y de agravios a la sociedad por parte de los partidos políticos y sus representantes lo que nos proporciona razones de sobra para votar por Candidatos No Registrados.
Aunque las autoridades electorales han faltado a su responsabilidad de promover todas las opciones que tienen los electores para emitir su voto y en su caso poder rechazar a los partidos políticos, en torno a los cuales la mayoría de la población ya ha manifestado su hartazgo, tú tienes el derecho, consagrado en la Constitución mexicana –artículos 35 y 39- y en la ley electoral del estado –artículos 374 y 388– de votar por Candidatos No Registrados, y esos votos… ¡sí cuentan!, a diferencia de los votos nulos y de los que no se ejercen –por abstención– y que acaban por beneficiar a los partidos, como se muestra en el ejemplo al final del texto.
¿Y qué gano yo como ciudadano(a) si voto por Candidatos No Registrados?
Tomar parte activa en un nuevo esfuerzo ciudadano por reconstruir el país, el estado y el municipio, como parte de un proyecto de mediano y largo plazo que nos conduzca a un verdadero estadio de justicia, de paz y de progreso para todos, dejando atrás las promesas y dádivas de los partidos que sólo resuelven necesidades de corto plazo como la entregar despensas o de materiales de construcción pero que no solucionan de fondo tus problemas de siempre.
Por otra parte, mientras más votos por Candidatos No Registrados se contabilicen, menor será el porcentaje de votos válidos que reciban los partidos y, en consecuencia, se reducirán sus privilegios. Recibirán menos presupuesto –que sale de nuestros bolsillos– tendrán menos representantes en los órganos de decisión por la vía de la representación proporcional, y es posible que algunos de ellos desaparezcan al no alcanzar el 3 por ciento de la votación válida emitida que establece la ley para conservar el registro.