El mundo está en tus manos

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“Pídeme y te daré por herencia las naciones y por posesión. Tuya los confines de la tierra. Tú los quebrantarás con vara de hierro, los desmenuzarás como a vasija de alfarero”. Sal. 2:8-9

En el universo existe una sola guerra entre el pueblo de Dios (la mujer) y la serpiente que es el dragón, la serpiente intensificada.

En la práctica pareciera que la maldad prevalece sobre las virtudes humanas debido a que la Iglesia por su degradación no ha podido cumplir el propósito de Dios, por lo que Él escogerá un grupo de vencedores que completarán Su plan y satisfarán Sus requisitos.

Este es el principio del hijo varón nacido de una mujer que gime dolores de parto. Cristo como la Cabeza y sus creyentes como Su Cuerpo. Los vencedores transformados que componen un hombre corporativo.

Entre el pueblo de Dios hay una parte más fuerte, los vencedores que capacitan a Dios para que se mueva en la tierra, cambie la era  y traiga el reino de Dios y Su justicia quien restaurará y gobernará las naciones en la eternidad futura.

Para ser esos vencedores, creyentes maduros (primero), nuestro poder debe ser perfeccionado en nuestra debilidad. Cuando soy debil entonces soy poderoso. (Segundo), debemos ser saturados por Cristo, esto es tener y entender a Cristo como nuestra vida para lograr (Tercero) en Él, plena madurez. (Cuarto), comprender la corporatividad como realidad del Cuerpo de Cristo. (Quinto), negando la vida de nuestra alma (anteponer los intereses de Dios y no los nuestros).

El hijo varón escrito en la Biblia, se relaciona con el mover dispensacional que cambia la era.

Dios quiere producir por medio de esta mujer universal (pueblo de Dios), al Hijo Varón. Aquellos que son verdaderamente fuertes y se encuentran en la posición correcta.

No debemos perder nuestra posición para estar en el Cuerpo dentro del Cuerpo, un espacio que a la vista no se puede ver porque permanece escondido como un misterio.

Lo que sucede en el mundo es una guerra espiritual entre dos.

Los No creyentes, hombres que poseen la natualeza serpentina seguidores del enemigo de Dios, el dragón que siempre arrastra cosas por naturaleza, aquellos que persiguen y combaten a la simiente de la mujer (Jesucristo), contra:

Los creyentes, los hijos de Dios, el Pueblo de Dios (la mujer), la Iglesia, los Vencedores, los Guerreros Corporativos, El Varón Perfecto.

La promesa de Dios es: “Al que venza le daré, por herencia las naciones y por poseción. Tuya los confines de la tierra”.

Necesitamos vencer para recobrar la tierra.

Es nuestra responsabilidad crecer hasta llegar a la plena madurez del varón perfecto, vencer para cambiar la era y Dios sea quien gobierne.

 

 

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