José María Luis Mora

 

La consolidación de la esperanza,

Y la semilla en la esperanza indicio

De lo que es después del sacrificio

La cultura en buena y la verdad alcanza.

 

Por Gabriel Cruz González 3/XII/95

Nuevamente tendremos que hacer un paréntesis sobre la historia del café, para comentar sobre uno de los más grandes idealistas que sobre educación han formado nuestra patria.

José María Luis Mora fue un personaje que hizo llegar su obra hasta el seno mismo de los hogares mexicanos y lograr que su mensaje de luz, amor,   paz y de esperanza en la educación, confortara el espíritu de muchos mexicanos y les perfumara la conciencia con los aromas de sus enseñanzas, que tienen mucho de esa pasional magia del ideal, que ha hecho grandes a los hombres de su talla.

Llamamos a José María Luis Mora, el padre del liberalismo mexicano, a quien hemos apelado “sotana liberal”, otros con afán de culparlo le llaman “prófugo de su ministerio”, fue hombre singular de la post-independencia y realizador de las bases de reforma en México. Verdadero “diablo de hombre”, doctorado en teología. Era a tal grado talentoso-ajeno a toda neurosis profética. Que fue capaz de planear el futuro con una increíble visión. No sólo respecto a lo que sería siete años después de su muerte, la reforma juarista, sino aún más allá; tras la revolución mexicana.

En sus discursos por primera vez se luchó contra la educación clerical, teológica y confesional; mantuvo el principio de que las orientaciones y tendencias de la educación debían de estar de acuerdo con el criterio del estado, y libró una de las más intensas luchas de su vida contra el monopolio que el clero ejercía sobre la educación pública:

“Todo el empeño de los catedráticos consiste en que los alumnos seas cristianos, sin cuidarse primero de hacerlos hombres. Con lo cual se consigue que no sean lo uno ni lo otro…”

Aún más, resulta sorpresiva e increíble su posición política electoral. El sufragio en México, ha sufrido serios tropiezos y violaciones. Y al referirse a tal ejercicio ciudadano, su “discurso sobre elecciones”, producido en 1830, hace más de 175 años, parece que ha sido hoy, precisamente hoy, que tal inventiva fue enderezada:

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Discurso sobre elecciones

“Prodigado el derecho de ciudadanía, y abandonado el acto de las elecciones, a la seducción, la intriga, el fraude y la insolencia de los facciosos o de los aspirantes más descarados, ¡Qué pocas veces, y en pocos puntos de la república habrán sido verdaderamente populares las elecciones desde que se establecieron en nuestro país! El espíritu de partido, la banalidad y la ignorancia han excluido, de las elecciones activas y positivas a los ciudadanos honrados, a casi todos los que podrían ejercer con utilidad pública los más importantes derechos públicos”:

“De otra suerte,

¿Cómo podrían haber recaído ciertos empleos y cargos públicos en personas que era imposible mereciesen la confianza de sus conciudadanos?

Personas a quienes estos hubieran excluido gustosamente de la sociedad”…

“¿Se ve que el gobierno de éste o aquél estado, en tal o cual legislatura, están colocados hombres sin ilustración, sin mérito, sin honradez, que no saben dirigir los negocios de su cargo? O los hombres afectos a sus intereses particulares, con loa injuria de los hombres de bien de todo el estado…”

Estos conceptos como siempre nos obligan a hacer los comentarios siguientes:

José María Luis Mora vivió en un siglo de irremisible abolición de toda clase de privilegios y buscó “el triunfo de la razón más que el de la fuerza. No fue simplemente el abogado de las causas justas, un periodista vehemente, un fecundo escritor, un masón rebelde y un liberal combativo, sino un político libertario y un patriota ejemplar. Es el ideólogo de la reforma.

Luchó por la libertad del pensamiento, por la libertad de la imprenta, por la eliminación del militarismo y por la pureza de las instituciones administrativas. Siete años después de su muerte, México dio el paso adelante anhelado, por alcanzar la libertad jurídica. Y Luis Mora como el cid campeador, ganó una batalla después de muerto.

En las nuevas crisis de conciencia que nuevamente hoy agitan a la nación mexicana, sus ideas vuelVen a cobrar actualidad y hacerse como entonces.

En virtud de ello, no nos queda más alternativa que hacer honor a quien honor merece, nosotros lo hacemos sin escatimaciones al ilustre pensador, ejemplo de patriota, porque su labor por elevar nuestros valores de espíritu es meritoria e indiscutible.

 

Y fue la luz y el hombre genitivo

Pródigo y fiel a su verdad creadora:

Cosechando los frutos en la aurora

Ante el dolor, en su ayer cautivo…

(Sinuhé)

 

 

 

 

 

 

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