La implementación de la Gestión Integral del Riesgo de Desastres a través de las Ciencias de la Información Documental

Resumen

La Sociedad de la Información y el Conocimiento surge a mediados de los años sesenta del siglo XX, se caracteriza por la digitalización en todos sus procesos productivos y de servicios, tiene como característica la forma de relación de tipo horizontal; los nodos de comunicación han permitido una nueva reconfiguración social, económica y cultural de la sociedad, pese a ello, subsiste el problema de la brecha digital, esto se traduce en una exposición al riesgo ante eventos naturales al carecer de un empoderamiento ciudadano que permita tomar acciones para minimizar la vulnerabilidad ante desastres de origen natural.

Palabras clave: Sociedad de la Información y del Conocimiento, brecha digital, gestión integral del riesgo de desastres, exuberancia informativa.

La sociedad siempre ha experimentado un cambio constante, desde mediados de los años sesenta del siglo XX, tiene como característica el uso de implementos de comunicación en todas las actividades, clave de ello es la digitalización de los medios de comunicación y de producción (Crovi, 2005), los avances industriales y científicos ocurren de manera vertiginosa y la organización social propicia un modo de desarrollo bajo distintas maneras según Manuel Castells (Crovi, 2005), quien plantea una forma de estructuras sociales con diversas características dimensionales y culturales, en dónde la información juega un papel clave para potenciar el desarrollo socio-económico, traspasando fronteras de forma inmediata y con pocas o nulas barreras físicas.

La evolución en la era industrial hacia una sociedad informada, cambió muchos atributos, uno de ellos es la forma de aprender, en donde los conocimientos son los propulsores de un desarrollo económico que moldean las relaciones interpersonales, así como la comunicación es importante junto con la información en los grupos humanos, sin embargo, esta última per se no basta para efectuar los cambios de manera gradual o inmediata, se necesitan conocimientos que nazcan, procesen y transmitan en el grueso de la población para poder tener un cambio en todos los ámbitos (Alfonso, 2016) y que permitan pasar de tener una linealidad y jerarquización a una serie de nodos ramificados en dónde se entrelacen por el mundo, con ello se facilita una expansión por todas las áreas económicas y culturales, que posibiliten una transformación en un mundo entrelazado por las relaciones de índole comercial y tecnológicas, mismas que influencian a los otros componentes de una comunidad.

Otra de las características de esta sociedad es el empoderamiento de las personas, lo cual coadyuva a la implementación de redes para establecer relaciones diversas y variadas, desde las familiares hasta las comerciales y de partidos políticos, dónde el intercambio de información está a la orden del día y que pasa de una verticalidad a una forma de relación horizontal, con lo que se posibilita el ahorro de muchos trámites en todos los sentidos, ya que pasa literalmente a tener el poder en sus manos, aunque en algunas ocasiones pueda estar limitado por la enorme exuberancia de contenidos y la poca calidad relacionada a su escasa o nula clasificación de lo que “circula” en la red (Díaz, 2012).

La Sociedad de la Información se ha destacado por el uso de la información transformada en conocimiento y cuyo centro de producción es el saber, donde se aplica el mismo conocimiento para generarlo mediante el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´S) en donde su uso se presenta en todas las áreas productivas y de servicios, ¿por qué entonces hay una problemática que persiste, como es el aumento de la vulnerabilidad ante eventos naturales? Si se requiere tener un avance con relación a responder de manera efectiva a los riesgos, se ocupa no solo que haya una información del conocimiento y una gestión del mismo, como lo señaló Thurow en 1997 (Alfonso, 2016), sino también una transformación de saberes de manera holística (cultural, económica, política, ambiental, institucional, educativa) en dónde se lleve a cabo una cultura del aprendizaje permanente y no solo como requisito cultural de lograr créditos académicos para aspirar a un título.

En el mismo rubro, se establece que es una forma que debe ser asumida para comprender lo que ocurre y cambia en el planeta, con lo que se lleva a cabo una participación poblacional activa en dónde se critique para debatir, aceptar, rechazar y mejorar el estado de las cosas, sin embargo, hay algo que se ha pasado por alto hasta el presente, es la exuberancia informativa (Trejo, 2001), la cual no puede ser abordada por diversas razones, la más común es la manera tan profusa del surgimiento y otra la diversidad y a veces falta de calidad de sus contenidos, teniendo una serie de datos dispersos y que en muchas ocasiones desorientan, otra más de las paradojas de la actual época.  

De manera que puede hablarse de una brecha o separación entre una clase social y otra, tanto en ámbitos de información como de infraestructura, en las que subsiste la desigualdad en áreas como lo son economía y cobertura de servicios (Trejo, 2001), cuya solución no radica en los usuarios, sino en las políticas integrales por parte del gobierno, que articulan a los diversos actores económicos para que puedan empuñar políticas integrales con miras a resolver los problemas de la cobertura digital.

Las condiciones económicas que persisten han hecho que las clases sociales con escaso o limitado ingreso monetario, sean susceptibles a ocupar zonas de riesgo por la necesidad de tener un espacio en donde establecerse, de manera paradójica, existe el desconocimiento acerca de las acciones que el gobierno tiene que llevar a cabo para mitigar o reducir la exposición al peligro de los eventos naturales.

La importancia de ampliar los servicios básicos de información y conocimiento es fundamental, ya que está la transformación de la economía hacía las nuevas formas de producción e innovación de servicios, lo que incide en el desarrollo de las estructuras productivas. Para lograr estos objetivos se deben tener redes de información compartida (Forero de Moreno, 2009), con lo que se amplían las posibilidades de incrementar el desarrollo educativo que permita superar diversas problemáticas de la comunidad.

En este misma temática, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura (UNESCO) consideró en el año 2005, que la educación, información y libertad de expresión, son los pilares de la Sociedad del Conocimiento para que se lleve a cabo de manera plena el desarrollo económico y humano, estableciendo en Ginebra que la sociedad no solo debe ser informada, sino que también le corresponde compartir los saberes (Forero de Moreno, 2009), de tal forma, que implica el asumir los retos inherentes a su desarrollo, mediante la innovación de los procesos para un cambio social mediante el intercambio de conocimientos producidos.

Anualmente hay un sinnúmero de estudios relacionados con cualquier área del saber, en materia de riesgos, se producen diversos avances en la investigación que hacen plausible entender las características de los eventos naturales y la incidencia que ocurre en las áreas urbanas, por lo que se hace imprescindible el uso de las TIC´S, con el fin de transmitir e intercambiar los conocimientos, sin que exista problema alguno por la barrera espacio-tiempo, por lo cual es necesaria la gestión de la información (López, 2005), y es pertinente para su acceso  una alfabetización en los medios de información (AMI), lo que va a permitir la comprensión, análisis, evaluación y utilización de la información mediante los recursos digitales y puedan tener un impacto en la sociedad (López, 2005) con el fin de sacar el mejor provecho del conocimiento y hacer una evolución en sus formas de vida.

Una de las problemáticas que más se ha acentuado en el transcurso de las últimas dos décadas es el riesgo de desastres a causa de fenómenos naturales. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha estimado que durante el periodo de 1972 a 2001 se han generado pérdidas de alrededor de 50,000 millones de dólares, 84,000 muertos y más de trece millones de personas que sufrieron daños por eventos de la naturaleza (Coy, 2009). Con base en los datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), solo en el decenio de 1990-2000 impactaron en México 49 ciclones tropicales de distinta categoría, donde sus trayectorias finales no solo fueron en las diferentes costas del Golfo de México o del Océano Pacifico, sino en algunos estados del interior, como son Nuevo León, Coahuila o San Luis Potosí, en donde los resultados fueron precipitaciones por encima de los 50 mm, incremento en los niveles de los ríos e inundaciones, por citar los efectos más inmediatos.

Actualmente, existen un sinnúmero de eventos de origen natural que ocurren alrededor del planeta, y previsibles o no, tienen un impacto en la población. Es habitual leer cada año sobre los fenómenos naturales, que en ocasiones son exacerbados sus efectos sobre el área en donde se desarrollan o impactan (Maskrey, 1993). En la era de la Sociedad de la Información y del Conocimiento, se registra un número de nodos ramificados en redes alrededor del mundo (Alfonso, 2016), lo que implica un establecimiento de intercambio de información, no debieran existir ciertas lagunas con relación al conocimiento de las áreas que tienen una vulnerabilidad al ambiente circundante, sin embargo, se generan diversos daños por estos eventos y suelen ser peores que una guerra (Vargas, 2002), por lo que es necesario plantear hasta dónde han cambiado las estructuras organizacionales y los retos que están por asumir.

Ante este panorama, se encuentra un proceso denominado Gestión Integral del Riesgo de Desastre, que tiene como finalidad la reducción, previsión y control permanente del riesgo social a causa de un evento natural, que está en concordancia con el desarrollo sostenible de distintos niveles de coordinación a escala nacional e internacional (Lavell et al, 2005), estableciendo estrategias con funciones jerarquizadas, con la participación de los diversos grupos sociales tanto en la parte correctiva y prospectiva.

Considerando lo anterior, es pertinente contestar lo siguiente, ¿cómo se puede lograr la reducción del riesgo de desastre a través de la Sociedad de la Información y el Conocimiento? Con base en lo que se ha expuesto, es indispensable que se genere una conciencia ciudadana a través del empoderamiento por medio de la información y el conocimiento a los ciudadanos, la Sociedad de la Información y el Conocimiento tiene un fin, y es dar un recurso informativo a la población, con ello se reducen los riesgos por medio del acceso a la información pública, a través de la alfabetización de medios de información, con lo anterior se ocasiona que se migre de una población a una ciudadanización, lo que logra una demanda de servicios públicos y de información oportuna con miras a reducir riesgos mediante el conocimiento de los efectos de los fenómenos meteorológicos, el cual utiliza diversas técnicas para la construcción de datos estadísticos y en dónde se pueda realizar la ponderación adecuada de los riesgos de origen natural, el nivel de precipitación pluvial y la problemática que guarda la infraestructura urbana con relación a la problemática de las inundaciones. Con esto es obligado el concurso de las Ciencias de la Información Documental (CID) en materia de riesgos al posibilitarse una alfabetización en medios de información con programas dirigidos a la sociedad civil.

Para concluir, la Sociedad de la Información y el Conocimiento, tiene un largo camino por recorrer en los distintos ámbitos sociales, la falta de una alfabetización en los medios para los ciudadanos, hace necesario el replanteamiento de las diversas estrategias, cuyo fin es cumplir con el derecho al acceso público a la información mediante las políticas públicas establecidas para ese fin, con la finalidad de tener una sociedad que pueda responder a los riesgos de origen natural con información en la mano que ayude a enfrentar los mismos, lo que hace plausible una mayor participación en el cambio de paradigma que se necesita mediante el uso de las tecnologías como una base de apoyo para el cumplimiento de los objetivos planteados, en las cuales debe basarse para tener un enfoque integral tanto en los ámbitos científicos como de praxis cotidiana, las CID y la geografía marcan nuevas formas de abordar el problema sin desviarse del sendero, es indispensable pues, que los puentes sean firmes y que el objetivo común sea aportar fundamentos sólidos para la consolidación y evolución de la Sociedad de la Información y el Conocimiento.

Bibliografía

  • Alfonso Sánchez Ileana. (2016). La Sociedad de la Información, Sociedad del Conocimiento, Sociedad del Aprendizaje. Referentes en torno a su formación. Bibliotecas anales de investigación, Vol. 12, pp. 235-243.
  • Coy Martín. (2010). Los estudios de riesgo y de la vulnerabilidad desde la Geografía humana. Su relevancia para América Latina. Población y Sociedad, Vol. 17, pp.  9-28.
  • Crovi Druetta Delia. (2005). La Sociedad de la Información: Una mirada desde la comunicación. Comunicaciones libres., S.F., pp.  23-37.
  • Díaz Bernal Juan Guillermo. (febrero 2012). análisis histórico sobre La Sociedad de Información y Conocimiento. Praxis y Saber, Vol. 3, 167-186.
  • Fernández Armando (Compilador), Lavell Allan, Chaux-Wilches Gustavo, Ibarra Turcios Ángel María, Lungo Mario, Monge Granado Hernando, Soares Judith, De Lisio Antonio. (2005). Comarcas vulnerables: Riesgos y desastres naturales en Centroamérica y el Caribe. Buenos Aires: Editorial CRIES, 2005.
  • Forero de Moreno Isabel. (7 de julio 2009). La Sociedad del Conocimiento. Revista Científica General José María Córdova, vol. 5, pp. 40-44.
  • López Falcón Adriana. (S.F.). La alfabetización en información como una necesidad para la formación del profesional en la Sociedad del Conocimiento: El caso de la universalización de la educación superior cubana. Universidad de Matanzas, S.V., pp. 1-14.
  • Maskrey Andrew (Compilador) Darío Cardona Omar, García Virginia, Lavell Allan, Manuel Macías Jesús, Maskrey Andrew, Romero Gilberto, Wilches-Chaux Gustavo. (1993). Los desastres no son naturales. S.D.: La Red, Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina.
  • Fernández Armando (Compilador), Lavell Allan, Chaux-Wilches Gustavo, Ibarra Turcios Ángel María, Lungo Mario, Monge Granado Hernando, Soares Judith, De Lisio Antonio. (2005). Comarcas vulnerables: Riesgos y desastres naturales en Centroamérica y el Caribe. Buenos Aires: Editorial CRIES, 2005.

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