Lo que abandonarás en 2023

REFLEXIONES VALIOSAS.

“Culminare”, el verbo latino que nos ayuda a decir que “algo se eleva, que llega a lo alto” es, por antonomasia, usado para decir que algo concluye, llegar al culmen, a la cima… y con ello tenemos la sensación de “haber terminado”. Pero, el año que ha pasado ¿te ha llevado al punto más alto?

Posiblemente no. Tal vez haya sido uno de esos años que “ya querías que se terminara”. Tanto porque no fue tan bueno como supusiste un año antes, o quizás porque este entrante 2023 es más promisorio. Muy bien, pero ¿Qué pasó en 2022 que no quieres que pase en 2023?

Dice el dicho que “cada quien habla según como le fue en la feria” y cuando las lecciones de la vida son costosas, entonces valoramos el aprendizaje. Muchas veces, desde tu voz interior, tu subconsciente te dijo: “piénsalo bien” o hasta fue más específico y te advirtió con señales y corazonadas sobre la toma de una decisión, pero dudaste e impusiste “tu raciocinio porque la lógica nunca falla”. Y en eso tienes razón, la lógica no falla, pero el contenido de los pensamientos, sí. Para ejemplo: si exprimes naranjas, obtendrás jugo de naranja… y si exprimes cañas, obtendrás jugo de caña. ¡La lógica nunca falla! Entonces, no es la lógica, ¡Es “lo que exprimas”!

Abandonar, implica “dejar el poder, ceder el poder a otro bando”. ¿Qué cosas abandonaste y ni siquiera te diste cuanta a quién le cediste el poder de controlarlas? ¿A las circunstancias? De acuerdo; de las circunstancias surge una entidad de control, reconocida o no, pero toma control de tu embarcación. Imagina el timón de tu barco ya sin tus manos, suelto, girando “a lo loco” movido por las corrientes del mar de un lugar a otro… seguramente tu embarcación perderá el rumbo, quedando a la deriva, es decir, a lo que sea que resultase. ¡Eso es ceder el poder!

Amig@ lector. El sentido común, la inteligencia, la sabiduría, son bellos consejeros de nuestras decisiones. Toma de la vida las oportunidades que te acerquen al puerto a donde apuntas. Eso es inteligencia para usar las corrientes del viento, y los capitanes expertos conocen también las corrientes secretas en el mar, las cuales aprovecharán o se cuidarán de ellas. El timón se lleva con firmeza y flexibilidad para sortear olas y las vicisitudes propias; es decir, no se trata de aferrarse al timón para fijar el rumbo con necedad, hay qué aflojar, dejar que “se mueva solo”, retomar, hacer giros rápidos… y en aguas calmas y seguras, hasta puedes dejar que tus pupilos conduzcan.

Abandonar actitudes, conductas, creencias, sentimientos destructivos… ¿Cómo? Bien, ahora que sabemos que “abandonar es ceder el poder” busca que esa cesión sea a buenas manos. Por ejemplo, puedes acudir, llamar, invocar a tu buen ánimo, ¡A tu yo interno constructivo! para que se haga cargo de ciertas conductas que deseas abandonar, deja que sea la inteligencia emocional (algunos le bien llaman Espiritualidad) y no tu función ego, quien tome el timón en las situaciones donde has mostrado debilidad; es decir, deja que la Sabiduría Superior se encargue de ello… necesitarás humildad, eso sí. Es el único precio real. Otros costos por pagar son pecta minuta comparados con el carísimo precio que implica seguir igual, perdido en el autoengaño.

Apreciable amiga, amigo; sé que puede parecerte dura la franqueza, que prefieras sentirte “ofendido” e ignorar el mensaje y continuar igual que en años pasados… Créeme, la deslealtad a ti mismo cobra los más elevados costos de la vida y te consumirás lentamente en el fuego de la promesa incumplida y el autoengaño del oropel con triunfos externos, mientras el alma se corrompe… y también te acostumbrarás a eso.

¡Se requiere valor e inteligencia! ¡Sí! Ya los tienes, por eso estás en el mar de la conquista de ti mismo. ¡Sé fuerte para ser humilde! No basta ser bueno,¡Atrévete a ser honesto! y deja que seas tú mism@ la causa de tu honor. Elevarte para acercarte al punto culmen de tus valores internos. ¿Valores? ¡Sí! De eso platicaremos en otra oportunidad. Por ahora, recibe un “abrazzo” de tu amigo, Ulises Franco. ADN° en acción.

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